miércoles, 8 de octubre de 2008

Jardines y vestidos...


Una amiga me dijo que subiera algo acerca "Del amor y el desamor",… difícil tema.
Difícil hablar del amor. Tendría que montar las palabras sobre un escenario rosa, con una melosa sensación de que es cierto lo que escribo.
Conclusión. Solo se escribe acerca del amor cuando se esta enamorado.


En cambio, hablar del desamor es tocar un tema de todos participe cuya retrospectiva individual de cada uno de los que leen acerca del tema levanta la mano para exponer su propia experiencia. El desamor te deja salpicada el alma con pequeñas gotas de rencor. Y olvidar es lo que menos sabemos hacer. Somos naturalmente viscerales.

El desamor te vuelve a veces necio, a veces estúpido porque nunca viaja solo, trae consigo consecuencias de toda índole, algunas leves otras no tanto.
Consecuencias que te generan cambios, de carácter, de confianza, hasta de peso…
El desamor arroja una gran diversidad de semillas en el jardín particular donde cultivamos nuestras relaciones y desgraciadamente esa cizaña estará presente cuando un nuevo ejemplar empiece a crecer dentro de él. Crecerán dudas, predispocisiones, desconfianza, etc.
En ocasiones el césped se seca a tal grado que aparecen rocas y el terreno empieza a volverse llano, sin verdor. Una barrera sólida que dificulta el que algo crezca, que penetre.

Con suerte, poodrá crecer algo entre las rocas por breve tiempo, pero terminara por secarse, muriendo, aunque la tierra debajo de las rocas sea rica.

El desamor te vuelve idealista, buscando algo a la medida. Buscando no equivocarse nuevamente.
Es como una mujer que va de shopping buscando desesperadamente un vestido para el día de mañana, en un centro comercial lleno de boutiques.
Primero idealizara lo que quiere para ella, verá varios modelos o prospectos , los medirá, los probara y los desechara poco a poco (porque no tiene zapatos del color, porque es muy corto, muy largo, escotado, conservador, etc., etc..)
Las boutiques irán cerrando y terminara llevando lo que encuentre a un costo distinto al que esperaba. Se llevará algo y quizá no a su total satisfacción, cuando recuerda aquel vestido que se midio casi al principio de su peregrinar y de repente lo quiere. No es malo recordar, pero si anhelar el pasado.

Esa mujer no tomo en cuenta lo más importante.
No había prisa, hay fiestas todos los viernes. La soledad te hace escoger mal. Además no es necesaria la ropa para sentirse bien... (jajajjajajjajajaja)
El ideal es extremadamente difícil de encontrar porque su diseñador de cabecera no fue contratado en ninguna de esas boutique para elaborarlo.
Para colmo de males quizá encuentre en plena fiesta algún vestido que lleve puesto otra y lo quiera aunque este ya séa usado.


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